24.9.05

El regreso de la memoria

Cuando era niño, mis mayores supieron infectarme de literatura. Es una de esas cosas por las que agradeceré, aunque en silencio. Ahora que es mi turno ser mayor, aprendí que es una obligación contagiar al resto de los mortales, con más razón si se trata de un infante.
Uno de los primeros cuentos que me acariciaron el alma fue "El país de la geometría" de una maravillosa artista, María Elena Walsh. Tanto me deleitaba que exigía que me lo releyesen una y otra vez, y debido a esta repetición acabé por sabermelo de principio a fin. Conocía cada artículo, cada adverbio, cada inflexión. Y según quien me lo estuviera leyendo, sabía el tono de voz que debería tener cada personaje. Se suponía que el cuento debería dormirme, pero Morfeo vencía antes al relator, que se equivocaba y activaba mi enojo.
El libro cayo en las destructivas manitos de mis queridos tres hermanos menores. Y se pedió en los rincones del olvido, ya que no lo editaron más. Hasta que lo encontré. Y con él pienso enfermar a mi hija, que me agradecerá algún día. Cuando sea mayor. Y espero no sea en silencio.

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